Por su parte, Damián cada vez está más triste por haber renuncia al trabajo que era su vida, así como por la negativa de Marina a tener algo con él. Decide ir a la empacadora para entregarle un regalo de despidida, una muñeca que le recuerda a ella cuando era pequeña.
Marina habla con su tía y ésta le dice que no tenga miedo a sus sentimientos, que tiene que creer en el amor y seguir lo que indica su corazón. Ante dichas palabras Marina acude al bar donde se encuentra Damián y allí toma unas copas de más. La pareja se fundirá en un tierno y largo beso.





























































































































































































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